Yolanda y el mar

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Gregorio Palomo Díaz: el pintor de la poesía

Diálogos con mi padre

Hoy quiero recordarte, en este amanecer de otoño, acurrucada en los acordes de Machado y, como quien silba brisas, recitarte…

“Una larga carretera entre grises peñascales y alguna humilde pradera donde pacen negros toros.  Zarzas, malezas, jarales. Está la tierra mojada por las gotas del rocío y la alameda dorada  hacia la curva del río. Tras los montes de violeta quebrado el primer albor, a la espalda la escopeta, entre sus galgos agudos, caminando un cazador”

¿Recuerdas cuándo tus manos quisieron ser la expresión de tu alma? Yo no había nacido aún. Ni siquiera me imaginabas. Apenas eras un niño que crecía en la adversidad de un mundo hostil que negaba tu infancia repleta de inquietudes y sueños.